Hace poco, me encontraba hablando con alguien sobre nuestras vidas en el Señor, mientras compartíamos experiencias, ésta persona, por un momento se sintió cuestionada por lo que preguntaba sobre su vida, no era mi intención, simplemente quería sostener una conversación.
Pero es normal que nuestras vidas sean “evaluadas” constantemente, ¿no?, parece ser, que desde el momento en que decidimos entregar nuestras vidas a JESÚS, las cosas cambiaron. Anteriormente no nos teníamos que preocupar por qué hacíamos o dejábamos de hacer, nuestras vidas manejaban una especie de “libertad” ya que no había nada que nos cuestionara, y para ser francos, en realidad no era “libertad”, sino libertinaje.
Fue chistoso mientras sostenía esta conversación, por un momento esta persona me dijo que ella no podía ser como yo, que éramos diferentes, y que yo tenía una diferencia de 9 semestres en vida cristiana. Debo confesarles que al escuchar eso me sentí un poco mal, ¿por qué razón?
Bueno, tal vez para muchos de los que llevan una vida cristiana, no ha sido nada fácil el CRECER, duele demasiado vivir procesos, pasar por pruebas constantes, estar siendo casi que medido por tu estilo de vida, por tus frutos, en fin. Muchos ojos encima, ¿cierto?
Pero no me quede en los 9 semestres de calificación, yo sabía que no era la persona más SUPERSAYAYIN CRISTIANO Y ESPIRITUALMENTE HABLANDO. No, yo también era una persona a la que le había costado mucho entender lo que significa CRECER EN EL SEÑOR.
Cuando tengo la oportunidad de recordar todos los procesos por los cuales he sido pasado, y evalúo las decisiones que tome equivocadamente antes, y miro el presente, jum… me siento triste la verdad, siento que perdí tiempo, que no fue lo más correcto, me siento señalado y juzgado a la vez, porque siempre tienes personas alrededor que están pendientes de ti, y es como si buscaras ser aprobado por alguien. Siempre terminamos buscando ser aprobados.
Esta persona que se sentía cuestionada, por qué tal vez yo tenía “9 semestres de nivel cristiano mas” no se imaginaba lo pecador que he sido, lo débil, lo necio, lo terco, lo perezoso, en fin, son muchas cosas de las cuales no me siento orgulloso cuando las recuerdo, pero cuando lo hago, ese sentimiento de tristeza, amargura, desconsuelo, derrota y todo lo malo que se te viene a la cabeza, ya no tiene tanto poder como antes, pareciera que esas calificaciones que había aceptado en otra ocasión, se esfumaran poco a poco, en la medida que me dedique volver a estar más en la presencia de Dios.
¿Por qué razón nos damos tantos golpes de pecho, cuando evaluamos nuestra vida, y vemos que no hemos crecido como lo anhelábamos?, ¿Por qué será que siempre estamos pendientes de crecer más, para que otros nos vean y digan: wow!!! Que chico o que chica tan espiritual, que persona tan admirable, este si es un cristiano de verdad, Por qué? ¿Por qué pasamos a vivir llenos de mascaras, buscando demostrar lo que no somos en realidad? ¿Por qué no somos mas sinceros, y reconocemos que también somos débiles, que necesitamos ayuda, que solos no podemos? ¿Por qué dejamos de disfrutar de lo más importante en la vida cristiana, por que dejamos de disfrutar nuestro primer amor, por que dejamos de estar más de la presencia de Dios, por qué no VOLVEMOS A ÉL?
No estoy queriendo decir, que la vida cristiana no debe de llevar frutos, es más, Jesús mismo se lo dijo a sus discípulos en Mateo 7:16: Por sus frutos los conocéis. Pero a veces nos preocupamos más por los frutos, y el querer crecer rápido para que otros nos vean, o tener el semestre más alto en la vida cristiana, que pasar MÁS TIEMPO EN LA PRESENCIA DE DIOS.
Cuando nos enfocamos más en JESUS y decidimos pasar más tiempo con Él en su presencia, no hay manera de ocultar lo que aprendemos. Lo que quiero decir, es que los discípulos de Jesús, nunca se preocuparon por si estaban o no dando frutos, si sanaban o no enfermos, o si predicaban igual que su maestro, no, ellos no se preocuparon tanto por eso, a ellos lo que más les importaba era estar con él, conocerlo, escucharlo, mirar como sanaba a otros, compartir la cena, hacer milagros, en fin, fue un privilegio para ellos el tenerlo en persona, cara a cara. Pero esto no quiere decir que tu y yo no tenemos la misma oportunidad, Jesús envió a su ESPIRITU SANTO para testificarnos de él, para convencernos de toda verdad, para redargüirnos, para fortalecernos, para consolarnos, pero sobre todo, para moldear nuestras vidas en la medida que decidiéramos estar más en la presencia de Dios.
CRECER en la vida cristiana, no es solo dar frutos, o servir más en la iglesia, o estar en la posición más reconocida o ser pastor, ministro de alabanza, líder, no se cual sea tu definición de crecer, pero lo que últimamente he aprendido, es que crecer va de la mano de estar más tiempo en la presencia de Dios.
Cuando pasas más tiempo con JESUS, cuando más lo conoces, tus actos, palabras, resultados y frutos se darán por si solos, porque terminaras pareciéndote más a ÉL, que a tu pasada manera de vivir.
Proverbios 4:18 dice: Mas la senda de los justos es como la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
Después de tanto hablar, le pregunte a esta persona lo siguiente: ¿alguna vez has visto el amanecer? Me dijo que si, luego le dije: ¿alguna vez has visto que el sol este saliendo a las 6 de la mañana, y después de 5 minutos ya esté en su posición de medio día, cuando su luz es súper radiante? La respuesta lógica fue NO.
De la misma manera debemos preguntarnos lo siguiente: ¿será que crecer en el Señor, se da de un momento a otro, que haber aceptado a Jesús como mi señor y salvador ya hizo de mí el hombre perfecto, Ya soy la obra terminada? De la misma forma que la luz de la aurora va en aumento hasta que el día es perfecto, nuestra vida cristiana irá en aumento, en la medida que pasemos más tiempo con el Señor, en intimidad. Recuerda, dar frutos no es lo más importante sin dejar este principio a un lado.
Así que, amigos, crecer va de la mano del pastor, procura estar más tiempo en casa, a solas con tu padre celestial, deja que él mismo te enseñe lo maravilloso de su amor, de su misericordia, de su hermosura y santidad, deja que él mismo se convierta en tu reflejo, deja que tome tu lugar, deja que sea quien tome la dirección de tu vida, deja de estar buscando que otros te aprueben, cuando ya estas APROBADO por el Señor, así no seas el más perfecto.
Ya verás que con el tiempo, te parecerás mas a Jesús, y tanto tus frutos, como el crecer, se notaran más rápido sin forzarlos.
Frank V.